¿A quién admiras? Piensa y fíjate mentalmente por un momento en esa persona, ¿Qué admiras de ella? ¿Y si te digo que esa persona y lo que admiras de ella es un espejo de ti mismo/a?
Todas las personas de nuestro alrededor, para bien o para mal, son un espejo de nosotros mismos. Tanto las personas en las que nos fijamos de forma positiva, como las personas con características que detestamos. En el caso de las características que vemos de forma negativa, son características que no vemos o no queremos ver en nosotros y que debemos trabajar. Pero en este post no nos vamos a enfocar en eso, nos vamos a enfocar en las características que admiramos en otras personas.
Atendamos a todas aquellas características que nos llaman la atención de una persona. Cada persona tiene infinidad de características y detalles que forman su persona, sin embargo cada uno de nosotros nos fijamos en unas cuantas de todas esas características, mientras quizás la persona que tenemos a nuestro lado no se enfocan tanto en esas mismas características, si no que se enfocan en otras. Esto se debe a que aquellos detalles que vemos en la otra persona, son precisamente detalles que tenemos dentro de nosotros mismos. Los vemos en los demás porque normalmente no somos capaces de verlas en nosotros y esto precisamente nos debe de valer para ser conscientes de qué es lo que tenemos dentro de nosotros que podemos aprovechar o trabajar.
Imaginemos que admiras a cierta personalidad famosa o histórica como por ejemplo podría ser Gandhi. Quizás lo admiras por la capacidad que tuvo de mantener la calma en mitad de circunstancias realmente difíciles, por su serenidad, su empatía o el coraje que tuvo para rebelarse de la manera en que lo hizo, de forma pacífica. O que admiras a tu abuelo, por su fuerza, su entrega, su amor por la familia, o cualquier otra característica. Lo admiras especialmente a él por encima del resto de personas y te gustaría ser como él. Pues bien, todas y cada una de esas características las aprecias porque ya están dentro de ti, pero probablemente aún no lo sepas. Párate a pensar en quién admiras y por qué, haz una lista de todas y cada una de esas cosas que admiras y después, párate a pensar si hubo un momento de tu vida pasada en el que hiciste uso, quizás sin haberlo premeditado, de alguna de esas características y ahora mirando hacia el pasado te sorprendes. Cuando lo haces, ¿Qué escena ves en tu cabeza?
Una mujer que vino recientemente a mi consulta me indicó que vivía rodeada de personas a las que admiraba especialmente, porque las consideraba altamente inteligentes y cultas. Sin embargo, curiosamente ella se percibía a sí misma como una persona de características contrarias y eso le producía cierto malestar. Pensaba que no encajaba con esas personas o que no estaba a la altura. Yo le dije: «Si crees que todas esas personas que te rodean y que pasan tantas horas al día contigo son mucho más inteligentes que tú, ¿Por qué crees que ellas buscan a gente como tú para rodearse?» Eso le llevo a pensar en los siguientes días que si esas personas se rodeaban de gente como ella, es porque muy probablemente veían en ella exactamente lo mismo que ella veía en los demás. Y es que por la “Ley de la atracción” atraemos a nuestros semejantes. Ahí descubrió que ella era semejante a la gente que la rodeaba.
¿Y tú a quién admiras y por qué?
Eva María Arrabal Martín